O-KAERI NASAI

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lunes, 27 de julio de 2009

MANGETSU




Hito hana dani
Chirazaru ima no
Toki tomare


Ahora que no cae ni un pétalo,
Justamente ahora,
Oh Tiempo, detente










Mangetsu despertó furiosa consumida por el deseo de destruir a Hinode, la esencia del dios Sol.

Sobrecogida por el espanto y el horror reinantes en el caos de asolación y ruina provocados por el dragón, aspiró lentamente el aire puro y vacío del Universo, y sopló, abriendo un camino entre las nubes, blanco estelar, lleno de escarcha y rocío, de frío entre las llamas, y lanzó su rayo de luz brillante y níveo por donde cabalgaría Funbetsu, el Soldado de la Noche, en su alado y blanco caballo pálido, fortaleza inexpugnable de hielo en mitad de la Oscuridad.

Mangetsu, la fría y pálida tez del Espacio contuvo el aliento mientras observaba avanzar a Funbetsu... la Esperanza iba tras él, aquella que la Luna quiso enviar a los humanos desheredados por la Luz del Sol, mediando entre el justo castigo a su soberbia y la oportunidad de empezar de nuevo.

Funbetsu, el Soldado de la Noche, desenvainó su espada de luz y de su garganta escapó un grito de guerra que aturdió los oídos de los hombres, deteniendo la vida en la Tierra, haciendo brotar otra vida diferente portadora de Esperanza en suelo árido y destruído.

Y con un solo giro de su sable, segó la vida de Hinode, la pura esencia del dios Sol, coronando a la Oscuridad como Reina del Universo, abriendo paso en su camino de hielo a la nueva y fría luz de la Esperanza, otorgando a los hombres una oportunidad para empezar de nuevo y dejar el inicio a un Sol radiante y lleno de vida.

La Era Mangetsu comenzaba a latir. Su frío pulso empezó a inundar lentamente las tierras arrasadas, y con su aliento de vida arrastró la arena que alzaría un nuevo templo para el nuevo guardián de los hombres en la Tierra...

Funbetsu, el Soldado de la Noche, construiría para los hombres el Templo del Dragón de la Luna...


MANGETSU : Luna llena
HINODE : Amanecer
FUNBETSU : Juicio, Sensatez


Este relato es propiedad de su autora y está protegido

sábado, 18 de julio de 2009

SENNINBARI



Meigetsu ya
Ittemo ittemo
Yoso no sora

La luna llena
No importa adonde vaya
El cielo me es ajeno



Miró al horizonte, fino y lineal marcado por el cielo contra la tierra, como la directriz de su nacimiento se marcaba rasgada en sus oscuros ojos y la cicatriz de su frente. Bajó la mirada... por la luz, la claridad del sol, entrececerró los párpados aún más y ocultó su mirada bajo la palma de su mano levantada a la altura de sus cejas.

Y tocó, percibió, la Senninbari...

La tela blanca se amoldó a las huellas de sus dedos, como obedeciendo las órdenes de un siervo sin dueño. La cinta de las mil puntadas cobró vida y habló, aún sin antes haber sido preguntada.
La obediente, la que contenía atrapada en su trama las mil historias, anudada al símbolo del Imperio del Sol Naciente, deseaba contar los sentimientos de las mil mujeres, las mil voces que acompañarían al Tokkôtai en su camino a la gloria, ondulante en su viaje, rápido como el viento.

Sintió la buena suerte transmitida de generación en generación, combate tras combate, ejército incansable de hombres apoyado por mujeres firmes, atravesando su pensamiento, con hilos de seda rojo y cabellos oscuros como negro mármol apoyados en su frente.

Sintió bajo sus dedos el Bu-un-cho-kyu y se sintió perdido en el gran océano del que formó parte desde su nacimiento, de su línea de horizonte al que le guiaban siempre sus ojos rasgados siguiendo la luz de la blanca tela, guiado en la eternidad por las mujeres del año del Tigre, aspirando su fuerza y su ferocidad, siguiendo la estela de sus puntadas enlazadas con la Hachimaki que lo conduciría a su destino...


Y tomó la última copa de sake.

Con ella, las mil puntadas se convirtieron en mil llantos, mil afiladas espinas atravesando su mente, mil voces cantando juntas, mil caminos hacia el Cielo y la Gloria...


El abrazo de una madre a su hijo en la dura despedida, el llanto de una niña inocente, el último beso de amante de una esposa, mil sentimientos junto a sus pensamientos.


La cicatriz le quemaba en la frente bajo la Senninbari, proyectando el fuego rojo de la seda de las mil puntadas.

Recordó entonces el día en que su vida se salvó por aquella cinta anudada en su cabeza, recordó la bala perdida durante la guerra en China que rozó su rostro y el silbido que produjo en sus oídos, el sonido de la muerte pasando de largo. Ese día, la sagrada cinta ardió en el mismo fuego de seda de sus rojas puntadas, la tela se abrió como una flor atrapando a la Parca en su interior, permitiéndole seguir viviendo unos pocos años más y el tigre bordado en uno de sus extremos rugió feroz en la trama, demostrando el coraje de su portador.

Senninbari, la Protectora, otorgó el valor que necesitaba el soldado y lo preparó para el camino, anudó fuertemente su corazón al triunfo y a las mil voces que resonaban en su interior.

La cicatriz de su frente ardía con las puntadas rojas como la sangre, unidas en un mismo destino de honor y muerte... de cielo y vida...



SENNINBARI : "Cinta de las mil puntadas".
TOKKÔTAI : Piloto japonés suicida gurgido durante la 2ª Guerra Mundial, en occidente conocido como "Kamikaze".
BU-UN-CHO-KYU : Eslógan bordado en la Senninbari que significa "Eterna suerte en la guerra".
HACHIMAKI : Cinta de tela roja o blanca que los japoneses se anudan a la cabeza como símbolo de esfuerzo o constancia. Durante la 2ª G.M. los pilotos japoneses se la colocaban con el símbolo del sol naciente en la frente para verse protegidos de los espíritus malignos, y les infundía el valor necesario para acometer con éxito sus misiones.
SAKE : Licor japonés elaborado a partir del arroz.

Nota de la autora: La Senninbari es un símbolo tradicional japonés, es un amuleto de buena suerte que llevan hombres y mujeres, para superar un exámen, un parto, cualquier situación difícil. Durante las guerras a las que los japoneses se enfrentaron, se utilizó con la misma condición, además de significar su "conformidad" con estar lejos de casa y con el deseo de un pronto y seguro retorno.
La Senninbari está bordada con hilos de seda rojo y algunas veces incluso se entrelazan cabellos de las mujeres que la bordan, mujeres que, como indica la tradición, nacieron durante el "Año del Tigre", de ahí que algunas cintas lleven este animal en la tela.
La cinta puede ser llevada a modo de cinturón, con lo cual se la llama "Senninbari-Haramaki", o en la cabeza, recibiendo el nombre de "Senninbari-Hachimaki", como la cinta del sol naciente.
Los colores predominantes son tela blanca y puntadas rojas, aunque también existen con puntadas en colores amarillo (dorado) y azul, siendo la combinación blanco-rojo la considerada portadora de mejor suerte.

Este relato es propiedad de su autora y está protegido

domingo, 12 de julio de 2009

KAZAN




Kokoro shizuka
Ni yama no okifushi


El corazón en paz
La vida diaria de las montañas











Honshu se despertó con un cansancio aletargado debido a las calurosas horas del verano, sudorosa y húmeda, aprisionada en un espasmo de calor agobiante e inacabable, desperezándose de un adormecimiento insoportable, impidiendo cualquier movimiento vital a sus habitantes, deseando la llegada del invierno y su frescor.

El Grande, el Kazan, también despertaba de su largo sueño, ronroneando amenazador, dulce como un pequeño felino, amenazando con rugir fiero cual tigre agazapado...

Un espeso y negro humo surgió de sus fauces, despertando la furia acumulada en sus entrañas, aviso del enfado acumulado durante siglos.
La visión desde su cima resultó ser unos ojos vigilantes al mundo, ojos compuestos de diferentes materiales, unidos en un solo corazón, latido de la Tierra y mirada atenta al espacio del oeste, Tokio..., el punto de encuentro..., lanzando sus besos a la ciudad en forma de burbujas de aire y vapor, de nubes piroclásticas...

Las mujeres de Honshu desafiaron a Fuji, la retaron a duelo, protegiendo sus vidas y sus hogares, pues la era Meiji había concluído y buscaron en su cima la salida del sol, el orto reconciliador entre hombre y naturaleza.

El monte detuvo por unos instantes su bramido, respetuoso con las exigencias de las mujeres. Su furia se apaciguó por unos instantes y llamó a Hoeizan para que le siguiera en su decisión, instalando una paz ficticia en la ladera de la montaña, paz antes de la gran tormenta.

La más poderosa, Fujisan, La Rica Montaña del Samurái, intentaba conservar sus fuerzas para el asalto final, aquel en el que arrasaría la parte del mundo conocida hasta no dejar nada en pie, sepultando con su lengua de fuego todo provocamiento y necedad, todo orgullo y soberbia, asentando un nuevo terreno fértil de vida para acoger a las generaciones de los siglos venideros.

El monte sagrado, el antiguo vigía, no consentiría, jamás, que nadie fuera tan alto como Él...

KAZAN : Volcán
HONSHU : Isla de Japón donde se encuentra el volcán Fuji Yama
MEIJI : Período en la historia de Japón (finales del s. XIX), en el que estaba prohíbido a las mujeres llegar a la cima del Fuji Yama
HOEIZAN: Segundo pico del Fuji formado en el período Edo, en la última erupción de 1707
FUJISAN : Nombre correcto del volcán Fuji Yama


Nota de la autora: Después del surgimiento de los samuráis en el Japón feudal (siglos XII a XVI), se empezaron a utilizar los caracteres kanji actuales para "Fuji". Fu significa "riqueza", mientras Ji es "samurái". Finalmente San, significa "montaña", por lo que el nombre completo es Fujisan (La rica montaña del Samurái).
En castellano se ha popularizado mucho la escritura "Fujiyama", a pesar de que es incorrecta en japonés. La razón es que el kanji "montaña" se puede leer "san" o "yama", según el nombre en cuestión, pero en este caso se debe leer "san".
Los japoneses suelen recordar la altura de esta montaña, 3.776 m., como MINANARO, "MI" por 3, "NANA" por 7, "RO" por 6, y se enseña a entender como "tomar ejemplo al monte Fuji" y ser tan alto como él, en lo espiritual.














Este relato es propiedad de su autora y está protegido

domingo, 5 de julio de 2009

ETSURAKU



Unohana no sakutowa
Nashi ni naruhito ni koiya
Wataran kataomoinishite


Como las flores unohana
que disimulan su floración
Así haces tú...
Y, si no me correspondes, yo...
¿Podré seguir enamorada?





La agonía del éxtasis supremo los encumbró a la cima del cielo del placer, en suaves oleadas de calor puro e intenso, como llamas en el Infierno.
El aliento entrecortado del hombre se transformó en nube de agua y los suspiros de la mujer en gota de lluvia, unidas ambas en dulce y violenta tormenta de invierno...
Los cuerpos tendidos juntos, unidos al compás en movimiento único y ascendente, latido de corazones al unísono sumidos en un volcán de emociones sin tregua. La humedad de las manos convertida en un río de caricias; la de los labios, en cruce de caminos; la de las miradas, en encuentro de fronteras...

Y todo empezó, precisamente y en un instante, con una mirada...

La luz de la habitación iba menguando junto con la del sol, dando paso a las sombras anunciadoras del atardecer, creciendo en las paredes de arroz de la tibia estancia.
Se sentía inquieta y se despojó de su brillante obi con la ayuda de su inseparable maiko, dejando al descubierto su preciosa ropa interior blanca, con el cuello ribeteado en rojo.
La ceremonia del Erikae había terminado, y con ella, creció la inquietud de la noche que se reflejó en sus oscuras pupilas, ardientes, deseosas de ver de nuevo la imagen del hombre clavada en su retina.

Suspiró hondamente y decidió salir al jardín.
Su aroma a sándalo, romero y jazmín, alborotó aún más sus encendidos sentidos, haciendo que sus nervios estallaran a flor de piel.
Entrecerró los párpados y volvió a sentir la furia y la ansiedad en la mirada de aquel hombre. Aquella mirada que pocas horas antes sostuvo con firmeza mientras ambos se enzarzaban en una discusión dialéctica sobre la vida y el deseo de vivir, apasionadamente, en una batalla de intelectos en la que hombre y mujer se sentían iguales, poderosos y combativos.

Asustada, percibió un movimiento tras ella y giró revolviéndose en su frágil ropa interior, se apartó el mechón de cabello negro que caía sobre su frente y se enfrentó a lo desconocido.

Y allí estaba él, su pecado y su razón de ser, su más firme enemigo por su condición, y su más eterno compañero, según su corazón.
Y sintió...

Sintió una atracción poderosa hacia sus labios... dejando un camino húmedo en los suyos suave como la miel.
Sintió una atracción poderosa hacia sus manos... dejando infinitas caricias sobre su piel.
Sintió una atracción poderosa hacia sus ojos profundos... indicando un laberinto hacia el amanecer...
Sintió una atracción profunda hacia su cuerpo, sin límites, perdidos en ese atardecer...

Su corazón sintió el fuego del deseo, latidos profundos en un mar de promesas.
No pudo evitarlo.
No quiso evitarlo.

Él sostuvo su mirada durante largo tiempo, el mismo en que sus manos temblaron y suspiraron por tocarla, acariciarla...
Tomó aire e, incansable, permitió a su mirada vagar por los suaves pliegues de su kimono, la tela que ocultaba un mar de curvas sinuosas, y perdió la razón en ellas.

Ella lo tomó de las manos y él la siguió hasta su intimidad más profunda. Acarició el cuello rojo de su ropa interior y suspiró por conseguir un milímetro más de su blanca piel.

Y ella se rindió por completo. Dejó que su kimono cayera junto con su inocencia. Cerró los ojos y sintió sobre su piel el tacto de sus caricias, adorándola, saboreándola, como jamás nadie había osado hacerlo.
Sintió sus labios sobre su cuello dejando un surco abrasador, rojo como el símbolo de su madurez, estrechando un vínculo de deseo y posesión.

Desnudos, cayeron uno sobre el otro, devorándose el cuerpo y el alma, destruyendo los obstáculos a su paso arrollador de pasión.
Se amaron con intensidad y plenitud, se dieron el uno al otro y el mañana...

Llegaría un nuevo sol incierto.
Pero ellos ya eran uno solo...

ETSURAKU : Placer
OBI : Cinturón del kimono
MAIKO : Aprendiz de Geisha
ERIKAE : "Doblarse el cuello", ceremonia que marca el paso de Maiko a Geisha.



Este relato es propiedad de su autora y está protegido.