Para llegar a ser una geisha no es imprescindible empezar el camino como Maiko, pero las que siguen esta vía tradicional llegan al final con una preparación sólida y extensa, lo que las hace ser muy valoradas, solicitadas y las dota de un mayor prestigio.
Transcurrido el Minarai, el aprendizaje mediante la observación, la Maiko ya puede ser presentada en sociedad y se prepara su debut: la Okâsan o dueña de la casa para la que trabaja encarga una serie de kimonos y accesorios para la ocasión.
La preparación del debut es un nuevo ritual al que se le llama misedashi ("abierto al público"). La nueva Maiko se dedica entonces a repartir su tarjeta de contacto (sashigami) por toda la comunidad, casas de té, restaurantes, y que le sirve para presentarse con su nuevo nombre e incluye también el nombre de su hermana mayor (onêsan), porque la aprendiz, una vez es admitida en el karyûkai, se le asigna un nombre nuevo, derivado a su vez del nombre de su hermana y que se registra en el kenbán o archivo de la comunidad.
La maiko deja de utilizar su nombre de nacimiento y pasa a formar parte de la "familia" de su hermana mayor, así, si la hermana pertenece a la familia Ichi- como Ichiko, a la nueva debutante se le asignará un nombre con la misma raíz, como Ichikuro, Ichimame o Ichiume.
Mientras tanto, en la puerta de la okiya se cuelgan los mokuroku, grandes pósters llenos de colores que son las felicitaciones y deseos de suerte de otras compañeras, amigos, familia y actores del kabuki o teatro japonés.
La maiko se viste con un kimono negro que lleva el emblema de la okiya a la que pertenece, y se colocan en su peinado dos ornamentos llamados
bira-bira, considerados amuletos para la buena suerte.