O-KAERI NASAI

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lunes, 31 de mayo de 2010

RAN. Capítulo XXII. "TSUNAMI" 津波 El Sonido del Agua



Utagu na
Ushi wo hana mo
Ura no aru

En la bahía
También la primavera
Flores de olas





Kamikaze galopó como el viento, con furia y ansiedad, haciendo honor a su nombre como nunca jamás lo había hecho. El caballo respiraba con fuerza, bajaba la cabeza para ser más rápido; sus zancadas eran largas y majestuosas, sorteando obstáculos, saltando cuando el terreno se elevaba, doblando su cuerpo con cada recodo del camino. El animal percibía la presencia de la concubina, su olor familiar y corría, volaba tras él.
Takeshi contenía la respiración, su corazón a punto de estallar en mil pedazos por el encuentro de mil sentimientos: dolor, alegría, incertidumbre, esperanza...amor. Un amor que logró transportarlo a la locura y que dolía, le dolía hasta el alma, le dolía sólo con mirarla, pero más que nada le dolía llegar a perderla fuera como fuera.
"Nantonaku", pensó el samurái. El juramento que hizo días atrás. "Te encontraré, de alguna forma, sea como sea". Y quería creer que ese juramento se había cumplido.

Hanako permanecía en el lago, absorta en sus sentidos. Ella olió a su hombre, lo sintió cerca, muy cerca, casi tocándola. El viento continuaba su alianza y le transmitió nuevamente el aroma. La Flor cerró los ojos y permaneció a la espera, segura que Takeshi vendría; debía haber escuchado su llamada, su súplica, su deseo de volver a verlo. El agua del lago se enfriaba con la llegada de la noche y la madre Luna se reflejaba en su superficie. Pero no sintió frío, al contrario. Un repentino calor se apoderó de su cuerpo y una dulce languidez lo hizo con su cerebro y su corazón. Esperaría lo que hiciera falta, incluso toda la eternidad si era necesario.

Kamikaze se detuvo bruscamente a escasos metros del lago. Mizûmi estaba hermoso bajo la luz de Mangetsu, la luna llena, y las ramas de los árboles próximos a la orilla besaban sus quietas aguas. Takeshi estaba maravillado y se aproximó sin hacer ruido. Pero lo que le conmovió, sin duda, fue la imagen de la más bella flor que jamás se deslizó por su superficie.
Era ella...Hanako...ella, por fin, allí estaba, a unos pasos de él, más hermosa de lo que recordaba, como una aparición sobrenatural bajo la luna, aparición que le encogía el alma.

La Flor escuchó un ruido proveniente del bosque, el crujido seco de una rama al pisarla, o quizás el eco de la llamada de un ave. Por unos instantes el temor volvió a aparecer como una sombra aparece en la luz; pero el silencio volvió de nuevo, haciendo incluso un ruido ensordecedor. Miró en todas direcciones, buscando el orígen, buscando al soldado. Su cuerpo se agitó al comprender que la vibración del agua que empezaba a llegar a ella en ondas suaves, correspondía a algo que acababa de sumergirse en el lago.








Takeshi no podía ya continuar esperando. Haciendo esfuerzos para mantener la mirada en la mujer, fue desprendiéndose con violencia de la armadura, sin ritual, podía prescindir de él en ese momento, pero no podía dejar de satisfacer el deseo de acariciar aquel cuerpo hermoso y desnudo que se adivinaba bajo la superficie. Se introdujo en el lago con pasos lentos para no alertarla y sumergió por completo su cuerpo bajo el agua.

El corazón de la concubina latía como una manada de potros desbocados, cuyas pezuñas parecían hacer retumbar el agua a su alrededor. Las ondas se tornaron más fuertes, más intensas y más rápidas, hasta que algo, no sabía el qué, salió a la superficie tras su espalda.
No se movió, ni tan sólo respiró, con el corazón en un puño. Una presencia respiraba tras ella, sintiendo el aliento en su nuca. Una mano poderosa aferró su cintura y la apretó contra un cuerpo duro como la piedra. Otra mano acarició su garganta y bajó hasta su pecho, acariciándolo. El aroma volvió con una fuerza inusitada que se agolpó en todos sus sentidos y todo su ser. "Bienvenido, amor", susurró, y se abandonó a las caricias que despertaban en ella la alegría de vivir.

El olor de su pelo, la suavidad de su piel, sus pequeñas manos sobre las suyas guiándole en las caricias, dirigiendo su contacto. Todo ello estaba volviendo loco a Takeshi, enfebreciéndole y haciendo que su deseo aumentara como un tsunami, dispuesto a arrasar con todo, con el lago, con el bosque, con Hiei y hasta con el mismo Imperio.
Con furia, agarró su pelo y la obligó a echar la cabeza hacia atrás para besar sus labios, dulces como el cerezo, ácidos como el limón, labios que se abrían para absorver toda la esencia del hombre que la amaba en ese instante, ahora y para siempre. La Flor abrió sus pétalos una vez más para él, pero esta vez fue diferente. El ansia y la separación los consumía en un fuego que no podía apagarse, ni las aguas que los rodeaban tenían poder para hacerlo. Hanako enfrentó su mirada a la de Takeshi y lo que vio en ellos la subyugó, la esclavizó por siempre a él y la hizo creer en un paraíso de felicidad sin fin.
Takeshi vio en los ojos de Hanako la promesa de un amor incondicional, fiel hasta las puertas de la muerte y más allá. La tomó en sus brazos y se introdujo en ella sin dejar de mirarla, sin apartar sus ojos de su rostro.
Ellos mismos provocaron un maremoto en el lago. Mizûmi apartaba sus aguas de ellos para dejarles espacio, las olas golpeando sus cuerpos. Hanako se arqueó para ofrecerle sus pechos y Takeshi los acarició con su boca, con sus manos. Se acoplaron como dos seres fundidos en fuego, como las partes de una katana, partes que nadie puede desunir, ni el mismísimo transcurso del tiempo; se movían al compás meciéndose en las aguas, embistiéndose el uno al otro, saboreándose con delicadeza y con violencia a la vez.
Los gemidos resonaron en el viento y el bosque guardó un profundo silencio.

Se amaron con tanta pasión que sus ecos perdudarían toda una vida.
Incluso toda la eternidad.


TSUNAMI 津波 : Maremoto. Ola gigante originada por un movimiento sísmico.

Haiku:
Matsuo Bashô (1644-1694). Traducción de José María Bermejo.

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

14 Hablan los Danna:

Xibeliuss dijo...

¡Sensacional!
Un encuentro a la altura de todas las aventuras pasadas. ¡Qué fuerza tiene la escena!
Y aprovecho para disculparme, también desde aquí,por el comentario tuyo al que se me traspapeló la respuesta.
Un abrazo, Carolina

Carolina dijo...

Xibeliuss, siempre gracias, samurái, me alegra que te guste.
Y no te preocupes, que lo de los comentarios suele pasar, y más si tienes que contestar un montón.
Abrazos y besos, samurái.

Belén dijo...

Buenooooo... he llegado a la escena culminante de este majestuoso relato, pero, la verdad, a mi se me acerca alguien así por detrás ¡¡y le arreo un sopapo de caldeo!! (bueno, creo que así es como reaccionaría Undreas, je je)

Anabel Botella dijo...

Hay caricias y pasiones que pueden provocar maremotos, tal y como los describes.
Muy buena esa escena antes de llegar al lago y como ella lo presiente por el viento.

Carolina dijo...

Belén, podrías dejar a un lado tu agresividad y ver, por una vez en tu vida algo de romanticismo, ¿no?

Carolina dijo...

Anabel, gracias, gracias.
Sí, existen amores que pueden provocar maremotos, terremotos y vete a saber cuántos fenómenos más.
Lo presiente por el viento, porque ella tiene una conexión especial con los elementos.
Besos, guapa.

Arena dijo...

Ay, Carolina, que encuentro mas apasionado!!. Lo he visto todo desde la orilla del lago como Kamikace.

Por cierto, me ha hecho mucha gracia el comentario de Belén , jajaja.
Un abrazo

Carolina dijo...

Arena, yo también lo "he visto" de lejos. Me siento un poco "voyeaur" (no sé si lo he escrito bien).
Pues sí, Belén es muy graciosilla y no vería romanticismo ni aunque le pusieran delante a Romeo y Julieta dándose el lote.
En fin...abrazos.

Nieves Hidalgo dijo...

A ver, que me manden un abanico.
¡Menuda escenita, Carolina!
Tiene fuerza y belleza a partes iguales, me ha encantado.
¿Qué va a pasar ahora? Porque seguro que nos tienes algo preparado y me parece que nos va a traer problemas.
Jopé, déjales que disfruten un poco más de su reencuentro. Ha asido tan emocionante que da pena que se acabe.

Felicidades, te ha quedado precioso.

Besos

Carolina dijo...

Nieves, me temo que solo tengo un pai-pai para mandarte, pero está hecho polvo de tanto que lo he usado.
¿Qué va a pasar? Pues estoy esperando a que Takeshi y Hanako "terminen" para saberlo.
Problemas...seguro que habrán problemas.
Gracias, tú si eres preciosa.
Besos de flor.

Mián Ros dijo...

¡Uufff! Aunque esperaba este momentazo, cómo has resuelto la narrativa de bien; casi evaporan el lago con semejante calentura. Enhorabuena, muy hermoso el capítulo.
Ah, por cierto, me alegro haberme equivocado, al menos por el momento. Ya veía un duelo ─ya sabes─ antes de esta secuencia.

Un fuerte abrazo, querida amiga.
Mián Ros

Carolina dijo...

Mián Ros! gracias una y mil veces.
me alegra que te guste, no estaba muy segura de poder expresar de una forma creíble el sentimiento amoroso, pero por vuestros comentarios muy mal no ha quedado!
En parte me alegra que te equivocaras, por un motivo: no me gustaría ser "previsible".
Gracias, amigo, otro fuerte abrazo para tí.

Sidel dijo...

Por fin el esperado encuentro, ha sido todavía más romántico de lo que esperaba, el entorno es idílico, en ese lago bello con la luz de la luna llena, la locura de dos amantes que se aman como la primera vez. Precioso, me ha gustado muchísimo, solo espero que nadie les sorprenda mientras disfrutan de su pasión...Besotes!

Carolina dijo...

Ay, Sidel, yo espero también que nadie los interrumpa! creo que los únicos mirones en la escena somos Kamikaze y yo, y vosotros de rebote.
Pero mientras todos guardemos silencio, la "cosa" puede continuar!
Besotes!