O-KAERI NASAI

maikos tadaima -en casa-Coches de ocasionanunciosjuegosTest de VelocidadLetras de cancionesCompra y venta de pisosOfertas de Trabajo

sábado, 29 de mayo de 2010

RAN. Capítulo XXI. "KAORI" 香り. El Aroma del Viento.



Aki no kure
Hi ya tomosan to
Toi ni kuru

Tarde de otoño:
"¿No es hora ya, pregunta ella,
de encender el fanal?"

Algún día...
Tumbarme y desaparecer
Entre la hierba

Kotori





El bosque parecía aliarse con Hanako, no en vano era considerada una hermana a la que proteger: una flor entre árboles y matorrales, suave y delicada entre los arbustos y enredaderas. Debido a ello, la gran sabiduría de la montaña ocultaba y escondía los pasos de Hanako, disimulándolos, creando una barrera entre la mujer y sus perseguidores, moviendo la tierra, haciendo crecer la maleza tras ella, levantando nubes de polvo barridas por vientos invisibles. La Madre Tierra cobijaba a una de sus hijas otorgándole ventaja sobre sus enemigos, dificultándoles el paso y obligándoles a tomar la ruta equivocada. Pero esa alianza entre la Tierra y la Flor dificultaba también el avance de Takeshi y sus hombres, cada vez más deseperados, más inquietos y más desesperanzados. Todos se preguntaban si en realidad la hallarían viva, pues habían transcurrido muchas horas desde su desaparición.
Pero no contaban con la protección de Hiei y de sus moradores.

Los hombres de Ashikaga emprendieron una búsqueda paralela a la de Takeshi. Sus órdenes eran encontrar a la concubina viva, o muerta, en cuyo caso su cuerpo sería venerado en Shinda, la Cámara de los Muertos, con los mismos honores y respetos que una esposa de la realeza. El Shogún mantenía la esperanza. Hanako era una mujer fuerte, muy fuerte. La había observado muchas veces en sus entrenamientos con la naginata, la gran espada curva, y sabía que era capaz de sobrevivir a las peores circunstancias. Ahora lo haría, volvería a verla con vida y de eso no albergaba duda alguna.

Hanako se hallaba agotada, exhausta de llevar tantas horas caminando sin tregua, por el afán de escapar de sus perseguidores. Tenía los labios secos y le dolía enormemente la cabeza; el golpe contra el muro como consecuencia de la bofetada de Kasumi inició el terrible dolor, después el golpe contra las rocas del acantilado hizo el resto, y sentía como si un volcán hubiera comenzado a erupcionar dentro de su cerebro. Al menos la sangre había dejado de manar pero comenzó a sentir frío. Sus ropas estaban desgarradas por todo lo que le había sucedido, y apenas la protegían de las bajas temperaturas que indicaban la llegada de la noche.
Vagaba sin rumbo y lo único que deseaba era echarse sobre la tibia tierra que aún guardaba los rayos del sol de aquel día, ¿el último quizás?, se preguntó. Pronto desechó la idea: no podía hacerle esto a Takeshi, ni a ella misma, que deseaba vivir más que nada en el mundo, tener una vida larga y próspera con el samurái y darle hijos.






El cegador rayo del sol de poniente que se reflejaba en una superficie cristalina llamó su atención...un lago en mitad de su huída; decidió introducirse en él, aún cálido, y desprenderse de la suciedad acumulada. Lentamente se aproximó a la orilla y se despojó de sus raídas ropas, doblándolas con cuidado, pues no disponía de nada más para cubrirse. Empezaba a disfrutar del agua cálida, del aroma a humedad, cuando sintió miedo. Aquel lago era Mizûmi, el lago donde Kasumi había instalado su campamento, todo empezó a serle familiar, "dioses, he estado dando vueltas para volver a las puertas del Infierno..."

Kasumi seguía buscando a la concubina, pero se encontraba muy lejos del lago, creyendo que la joven debía estar a las puertas de Kyoto si no se había roto el cuello antes. Continuó su camino rogando a los dioses, pidiendo encontrarla o su cabeza terminaría rodando por los suelos sin piedad.

Takeshi y los hombres Ashikaga, junto a los soldados Yanama y Hosokawa, decidieron unir sus fuerzas; una única mujer había conseguido lo que años de ambiciones y batallas no habían conseguido: unir a los tres clanes más poderosos de aquellos tiempos en un objetivo común.
Takeshi decidió, junto con Taro y los generales de las tres grandes familias, repartirse el territorio de Hiei para continuar buscando.
Los Hosokawa irían hacia el norte, Yanama al sur, Ashikaga al este y Takeshi y Taro hacia el oeste, de vuelta al campamento de Kasumi.
Una vez tomada la decisión, todos emprendieron la marcha, deseando buena suerte y buen camino a los demás.

Tras un rato de reflexión, Hanako se tranquilizó. Kasumi a estas horas estaría lejos, no se le ocurriría volver a buscarla al campamento, no sería tan idiota, o quizás sí. Rezó a los dioses por una señal, algo que le indicara que estaba a salvo.

Takeshi y Taro llevaban horas cabalgando. Hoshi estaba muy cansada y necesitaba dormir. Taro preparó una tienda y convenció a la sirvienta para que descansara un rato. Pero Takeshi sólo deseaba continuar, debía hacerlo, a pesar de hallarse agotado. Taro intentó convencerlo de lo contrario, no podían seguir en esas condiciones y le animó a desmontar de Kamikaze. Takeshi lo hizo y se quitó el kabuto, el casco protector. El aroma de sándalo e incienso de las hierbas que Hanako colocara en él empezó a flotar en el aire. El viento respondió al aroma y supo que debía transportarlo hacia la Flor. De repente una fuerte brisa se alzó en el monte y todo lo que se hallaba suspendido en el espacio sintió el impulso de alcanzar el lago Mizûmi y todo lo que en él se encontrara.

La Flor continuaba disfrutando de las tranquilas aguas cuando de pronto su olfato distinguió un olor familiar, más allá del olor del bosque y de la tierra húmeda. "Takeshi...estás cerca...".
-¡Takeshi!,- gritó haciendo temblar las hojas de los árboles.
Más allá, a lo lejos, el soldado percibió el grito de ansiedad llamándolo en la distancia. Corrió hacia su caballo y salió disparado en frenético galope.
Taro se quedó con la boca abierta, sin saber qué ocurría.

KAORI 香り : Perfume, aroma, fragancia.


Haiku:
Ochi Etsujin (1656-1702). Traducción de Eduardo Moga.
"Algún día". Mercedes Pérez Collado -Kotori-. "El Reflejo de Uzume".

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

15 Hablan los Danna:

Xibeliuss dijo...

Muy bien resuelto, Carolina: delicado y poético, como el resto de la narración. ¡Ahora sí que se encuentran!
Un abrazo

Anabel Botella dijo...

Esta historia tiene ritmo y tiene algo de poético. Me gusta.

Carolina dijo...

Xibeliuss, gracias!
Espero que sí, que esta vez se encuentren...mucho tendrían que torcerse las cosas!
Un abrazo.

Anabel, gracias también.
Siempre me gusta introducir algo de poético o de fantástico, porque la cultura japonesa es así.
Un besote.

Arena dijo...

Ojalá Takeshi y Kamikace tenga buen olfato y den pronto con Hanako.La tormenta aun no ha pasado.
Un abrazo

ADMINISTRADOR dijo...

Carolina, creo que es uno de mis relatos favoritos. Me parece preciosa la alianza que se establece entre Hanako y el bosque. Me gusta mucho que la mujer esté tan en comunión con los elementos que es capaz de olfatear en el aire el aroma de su amado.

Enhorabuena

Annick dijo...

Precioso relato .

En estas condiciónes no pueden dejar de encontrarse !

Besos desde Málaga.

Carolina dijo...

Arena, si es cuestión de olfato, espero que lo tengan sensible, si no...
Abrazos.

Mercedes, es que yo creo en la conexión natural con la Madre Tierra, lo que ocurre es que no la utilizamos, nos hemos alejado de ella. Pero en aquellos tiempos existía y las mujeres somos muy sensibles y perceptivas. Me alegro que sea el que más te guste.
Besos, Kotori y gracias por dejarme utilizar tus haikus, tan bellos.

Annick! qué alegría volverte a encontrar por aquí!
Realmente creo que se dan las circunstancias para encontrarse.
Besos a tí y a Málaga.

Mián Ros dijo...

Hola, Carolina,

Una vez que me he puesto al día; peleas y disputas; escapada, búsqueda y demás. Me encuentro fascinado dentro de esta historia. El ritmo de las secuencias va llevando un tiempo acorde con las circunstancias, y los personajes, como bien dices y no te cansas de repetir: "ellos disponen", y es así. Y si estoy tenso es por el devenir de Hanako. Y mucho me temo que aún le queda por sufrir un poquito, porque aunque en este capítulo parece que llega el reencuentro, sospecho que alguien muy temido no anda tan lejos como parece. Espero equivocarme.

Es un placer hundirme en tu lectura, querida amiga. Enhorabuena por esta estupenda saga, RAN.

Besos,
Mián Ros

Carolina dijo...

Miá Ros, tus palabras siempre me alegran el día, no sabes cuánto.
Creo que estoy consiguiendo, pasito a pasito, el reto que me propuse: crear algo más que un relato corto. No sabía si sería capaz de idear una historia y darle forma extensa hasta convertirla en novela.
Pienso que ando por el buen camino, pero todo se debe a vosotros, los que la leéis y seguís y sobre todo me aportáis vuestras opiniones que me ayudan muchísimo.
Veremos si los protagonistas se han librado de todos sus problemas...aunque creo que aún no.
Muchos, muchos besos y gracias.

Nieves Hidalgo dijo...

Menos mal que parece que va a econtrarse ya con Takeshi.
¿Existe un lago como el que describes, Carolina?
Voy al siguiente capítulo, que ya tengo ganas de verlos juntos.

Besos

Carolina dijo...

Sí, Nieves, van a encontrarse por fin.
Seguro que existe un lago como Mizûmi, pero este es producto de mi loca cabeza.
Ves al siguiente capítulo, ves, y refréscate antes.
Besos

Nieves Hidalgo dijo...

¡Ya estoy metida en la ducha fría!
jajaja.

Carolina dijo...

Tú con la ducha a cuestas y yo con la bañera llena de cubitos!!!
pronto tendremos que encargar una piscina para todos, jaja :)

Sidel dijo...

que bien!!! los destinos de sus vidas han vuelto a unirlos!!! que importancia tienen los olores en nuestra vida, es como si se quedaran almazenados en nuestra memoria y al olerlos de nuevo despertaran en nosotros una serie de reacciones...En cualquier caso...estoy deseando que se produzca el encuentro!!! Besos.

Carolina dijo...

Sidel, los olores forman parte de nuestros recuerdos y nuestra memoria. Ellos nos ayudan a recordar, también a olvidar.
Besos.