O-KAERI NASAI

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miércoles, 26 de mayo de 2010

RAN. Capítulo XX. "YAKUSOKU" 約束. El Honor de una Promesa


Tabi ni yande
Yume wa kareno wo
Kakemeguru
En el camino, la fiebre:
Y por mis sueños, llanura seca,
Voy errante


Cielo, nubes, tierra, piedras, otra vez cielo, otra vez tierra...Hanako caía, su cuerpo rodaba atrapando los matices de la montaña, más rápido, más violentamente, caía...sentía arañazos por toda su piel y le dolía la reciente cicatriz en la espalda, pero a cada nueva vuelta, a cada nuevo giro, se alejaba más y más de sus enemigos; rogaba al cielo, cada vez que sus ojos se encontraban con él, que algo, lo que fuera, detuviera aquella caída sin fin, sintiendose insegura, percibiendo el zarpazo de la muerte si aquel vértigo no se detenía de una vez. Por fin, chocó contra las duras piedras del acantilado y sintió el aroma del mar, lo único que se adueñó de sus sentidos antes de caer en la inconsciencia.

Taro y Hoshi se abrazaron y acariciaron mútuamente, después de haber experimentado su primera noche juntos; se adoraron con los ojos, las manos, las bocas, suspirando por tenerse de nuevo una y mil veces, toda la eternidad. Pero el presente seguía allí y fueron conscientes de ello. Takeshi estaba desesperado y debían buscar al objeto de su procupación, que era también la de ellos.
-Pongámonos en marcha de una vez, vamos a buscarla,- Taro habló a Takeshi con profunda seriedad.
-Taro, no sé...dónde buscarla, y tengo miedo de no hallarla.- Takeshi estaba agitado, triste.
-La encontraremos, lo juro por el honor de mi familia, te lo juro, amigo mío.
El joven samurái miró a los ojos al veterano general y supo, ciertamente, que lo que decía era verdad y que pondría en juego su honor para cumplir su palabra.
Pronto, se organizaron para batir el bosque en busca de la concubina, todos con los cinco sentidos en alerta, hombres y caballos; el instinto de cualquiera de ellos serviría para encontrar a la Flor de Oriente, si los dioses así lo quisieran.

En Kyoto las cosas se sucedían deprisa. El Shogún Ashikaga estaba nervioso, muy nervioso con el relato de los últimos acontecimientos. El general Nakamura, su hombre de confianza tras la muerte de Kazuo, le informó de los sucesos con calma, comenzando por el hecho cierto del secuestro de la concubina, la alianza entre los dos clanes enemigos para buscarla, y la traición evidente de Kasumi. Ashikaga se enorgullecía en secreto de la unión de Yanama y Hosokawa. Seguirían en guerra, por supuesto, cada clan defendiendo sus intereses, pero resultaba obvio que esa desunión y esa lucha acabaría por acercarlos a todos, contribuyendo al nacimiento de un nuevo y gran país. Rezó en silencio por Hanako; si bien las tradiciones acercaron sus vidas, él ya se sentía viejo para tomar una nueva esposa. Sólo la aceptó por continuar con esa maldita tradición, pero la consideraba como a una hija, la que nunca tuvo, y deseaba que Takeshi la hiciera feliz, y que apreciara a la gran mujer que se escondía tras una bella apariencia.
Ashikaga escuchaba las palabras de Nakamura, pensando en las próximas decisiones que debería tomar. Alzó la cabeza, que hasta entonces había permanecido inclinada al suelo y habló con dureza:
-Quiero a Kasumi, y lo quiero vivo. Debe darme explicaciones antes de que su cabeza ruede por el suelo. Yo mismo seré su kaishaku, así se me condene al Infierno. Pero el traidor debe pagar, debe morir por todo lo que ha ocasionado. Y quieran los dioses que Hanako se halle a salvo, de lo contrario El Hijo de la Niebla sufrirá una muerte lenta, muy lenta. Lo juro por mi honor.
Nakamura se inclinó en una profunda reverencia, señal de respeto al Shogún, y sonrió antes de alzar su cabeza.

Y el Honor fue lo que llevó a Ashikaga a movilizar a sus hombres, porque le debía a Hanako sus horas de celebración del chanoyu, la ceremonia del té, sus danzas, sus canciones, su compañía. Debían encontrarla, fuera como fuera, con la ayuda de los dioses, adentrándose en el Reino de la Niebla, conjurando a los elementos, partiendo el bosque en dos si era necesario. "Hanako...mi Flor...cuida tus pasos", susurró el gran Shogún antes de perderse en los pasillos del palacio.



Hanako despertó magullada y aturdida. Sacudió la cabeza para despejarse y todo comenzó a dar vueltas...cielo, tierra, cielo...Todo era confuso pero se obligó a aclarar la mente; su cerebro empezó a funcionar con claridad y recordó lo sucedido. Debía ponerse en marcha, buscar una salida. Escuchó ruidos procedentes del bosque, los hombres de Kasumi la buscaban. Presa del terror buscó con dificultad un camino que la alejara del lugar y de aquellos hombres. Sintió una punzada en la sien derecha y alzó la mano para tocar su cabeza. La sangre se enredó en sus dedos, cubriéndolos en toda su superficie. "No es nada", pensó, "debes continuar, marcharte de aquí, ahora!". Y sus pies obedecieron a su mente aturdida, buscando, anhelando una salida.

Taro oteaba el horizonte. La Flor no podía estar lejos, lo intuía. Hoshi dormía apoyada en su espalda, ambos sobre el caballo. "Dulce Hoshi, mi amor...". Se distrajo para pensar en la estrella y pronto volvió a la realidad. Takeshi cabalgaba a su lado, su aspecto no dejaba lugar a dudas de que pasaba uno de los peores momentos en su vida. Le apenaba verlo así, ahora más que nunca, cuando él había encontrado a su amor y había gozado. La vida era cruel, pero mantuvo silenciosamente la promesa que le hizo a su amigo de encontrar a la mujer que amaba, costara lo que costara, aún su propia vida cargada de dolor, batallas y cicatrices.
Palabra de samurái.
Mientras, Takeshi se abandonaba a su tristeza: "yakusoku wa iranai", pensaba, repitiendo la frase como una letanía sin fin.


YAKUSOKU  約束 : Promesa.
KAISHAKU :  Asistente en el suicidio -seppuku-. Su misión era permanecer de pie al lado del practicante y decapitarlo en el momento apropiado.
YAKUSOKU WA IRANAI  約束は要らない  : "No necesito promesas".

Haiku:
Matsuo Bashô (1644-1694). Traducción de Osvaldo Svanascini.

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

8 Hablan los Danna:

Xibeliuss dijo...

Ay: yo también lo intuyo. Están cerca. Pero también deben andar cerca los hombres del hijo de la niebla. Quién llegará primero?
Un abrazo, Carolina

Carolina dijo...

Eso, Xibeliuss, ¿quién llegará primero? Ah! qué intriga! ni tan sólo yo lo sé...de veras! me lo voy pensando, jopé que me dáis unas ideas...
Un abrazo para tí, mi samurái.

Arena dijo...

A mi me da que se van a juntar todos a la vez!!! ay dios mio..
Hòyò chi i o na

Carolina dijo...

Arena-san, que de verdad me dáis unas ideas en las que no había pensado. ¿Se juntarán todos?, ¿si, no? Pues a ver qué pasa!!
Hôyô, Arena.

Belén dijo...

¡¡anda!! ¡Como la batalla de las colinas del whisky!! Haz que se levante una niebla y que la pueda camuflar... oh, pero su amor pasará de largo... uff qué estress!! No te doy ideas que luego se lía la cosa y nos vamos acercando al fin de semana...

Carolina dijo...

Eso, Belén, no des ideas que luego me pierdo...entre la niebla...

Sidel dijo...

Que emocionante!!! bueno por lo menos el soghun esta dispuesto ayudar a Takeshi a encontrar a la bella Hanako, ya sabe que se aman y si logran reencontrarse podrán estar juntos, eso es un gan alivio! Corre Hanako, huye del señor de la niebla...Besotes.

Carolina dijo...

Eso, ¡huye, huye!...que ya veremos cómo la saco de ésto!
Besotes.