O-KAERI NASAI

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martes, 13 de abril de 2010

RAN. Capítulo VI. "DÔZOKU" 同族, El Orígen del Viento.



Waga koe no
Fuji modosaruru
Nowari kana

Mi propia voz
Es devuelta hacia mi
Por la tormenta


    La reunión con los clanes más importantes del país se había retrasado considerablemente, haciendo que resultara mucho más difícil alcanzar un acuerdo en esos instantes. Demasiado tiempo transcurrido desde que los campesinos comenzaran a alzar sus voces indignados por los lujos y excentricidades del shogún y su dedicación a una vida placentera y sensual.
    Esos mismos campesinos que trabajaban de sol a sol partiéndose las espaldas para satisfacer los deseos de su gobernador, hartos y cansados de que sus cosechas fueran diezmadas para sostener la vida y costumbres en palacio, empezaban a reunirse en secreto para formar unidades de Ashigaru, soldados de a pie dispuestos para la batalla; únicamente esperaban la decisión de los daimyo al frente de sus poderosos clanes para alzar sus armas y provocar el tan ansiado cambio.
    Pero los inocentes campesinos no sospechaban las verdaderas intenciones de los señores de la guerra. Los daimyo únicamente ansiaban ampliar su poder, sus tierras y sus riquezas, apartando al shogún del gobierno  aprovechándose de las quejas de los oprimidos, y dado que el emperador del país no se interesaba por ese gobierno tan nefasto del shogún, y no era más que una figura decorativa cuyo único mérito era "ser Hijo del Sol", la victoria se encontraba al alcance de sus manos y de sus largas espadas.




    Kenshi Takeshi se sentía en paz cuando meditaba. En esos instantes, sentado sobre la hierba del jardín en la casa que una vez perteneció a su padre, y a su abuelo, y a su bisabuelo, cerró los ojos para recordar el sonido de la cuerda del arco de guerra que su progenitor hacía vibrar para alejar a los malos espíritus, costumbre arraigada a la clase guerrera a la que pertenecía. En su ensoñación, el espíritu de Kenshi Tetsuya lo envolvió en una suave brisa junto con el sonido de la cuerda, potente pero extremadamente suave a la vez, como una canción de cuna susurrada al oído. "Cuánto te echo de menos, padre",-pensó el samurái. "Cuánta falta me hacen tus palabras, tus viejos y sabios consejos; ¿qué harías tú, padre?... Te mo ashi mo denai..." El sonido de la cuerda del arco tensándose se hizo más fuerte, más vibrante, envolviendo plenamente a Takeshi y mezclandolo con el espiritu de su antecesor. El tiempo se detuvo y el espacio dejó de existir, las almas se unieron en una sola y Tetsuya dejó oir su voz: "Musuko, el viento se está haciendo cada vez más fuerte, imparable, convirtiéndose en un ciclón que arrasará todo cuanto encuentre a su paso. Tu fuerza está en tu nombre y en tu corazón. Si hay algo que el viento no puede arrastrar es la piedra, si hay algo que no puede doblar es la espada. Haz honor a tu nombre y al de tu familia, sé la piedra y la espada, nada ni nadie podrá vencerte, y, tomes la decisión que tomes, estaré a tu lado".

    El viento sacudió el cabello suelto de Takeshi, enredando sus negros mechones, tapando sus ojos, sus oídos, su boca. El conocimiento atravesó su mente y sacudió sus pensamientos. Abrió los ojos y se levantó de un salto, tambaleándose. Por fin comprendía, la luz se extendió a través de sus músculos y venas otorgándole nueva vida; aspiró el aire que llegaba a sus pulmones y sintió una energía desconocida.
    La decisión estaba tomada.

    El hombre de paz, Kazuo, también meditaba. Esperaba, con una impaciencia cargada de nervios insoportables a que Takeshi acudiera a su presencia. Debía informarle sin tardanza sobre el resultado de sus entrevistas con los clanes Yamana y Hosokawa, los más belicosos y los que más poder ostentaban en este crucial momento. Habían transcurrido ya cinco días desde que envió al joven soldado a la capital y aún no sabía nada sobre él y temía por su vida. Lo que no sabía Kazuo era que los daimyo habían preferido alejarse de Kyoto sin entrevistarse con el shogún, prefiriendo reunirse con los líderes de los campesinos ashigaru en el monte Hiei, y así agitar los ánimos e incitarles a la rebelión. Por ello, suspiró tremendamente aliviado cuando sus guardias anunciaron su presencia.
    No esperó a que su silueta apareciera en la estancia, sino que salió raudo a su encuentro. Takeshi detuvo sus pasos en cuanto se percató de que el viejo general corría hacia donde se encontraba, sin aliento y jadeando. El joven guerrero se cuadró en el saludo militar e inclinó su cuerpo en una reverencia de sumisión y respeto. El general lo obligó a alzarse, le miró a los ojos, profundos y negros, para a continuación fundirse con su ahijado y protegido en un intenso abrazo. Takeshi correspondió al abrazo y palmeó afectuosamente la fuerte espalda que ya empezaba a curvarse por el paso del tiempo.

    -Tadaima, Kazuo-san.
    -O-kaeri nasai, Takeshi, hijo mío. Has tardado mucho, estaba preocupado por tí.
    Takeshi suspiró fuertemente y respondió:
    -No han sido fáciles estos días, padrino. Los daimyo no se encontraban en Kyoto intentando cerrar filas con el shogún frente a los campesinos; descubrí que secretamente se habían citado con los ashigaru en Hiei, pero para aliarse contra Ashikaga. Por ello he tardado tanto, debido a estos nuevos sucesos tuve que dar media vuelta, abandonar Kyoto y dirigirme al monte.
    -Pero, dime, hijo, ¿pudiste hablar con ellos?, ¿averiguaste sus intenciones reales?
    Takeshi miró a Kazuo, el hombre de paz, y se entristeció. El general que había sido y seguía siendo un segundo padre para él, no podría hacer honor a su nombre. Colocó una mano en su hombro y lo apretó con afecto.
    -Me temo, viejo soldado, que los acontecimientos son más graves de lo que suponíamos. No vamos a enfrentarnos únicamente a los campesinos, sino que el conflicto se extiende como la pólvora. El shogún Ashikaga ha tomado una decisión que nos conduce inevitablemente a la guerra.
    -Por todos los dioses,-exclamó Kazuo indignado, temblándole los labios-, nuestro señor ha tomado la decisión equivocada!, la decisión oscura...
    -No, Kazuo, no te equivoques. El shogún ha adoptado una decisión, correcta o no, eso sólo podrá juzgarlo   la historia.
Los dos hombres se miraron asustados y escucharon, cada uno, el lamento del corazón del otro.
    -Guerra...-susurró Kazuo.
    -Guerra!-afirmó Takeshi.




DÔZOKU : Clan, etnia, grupo o familia.
ASHIGARU : Soldados de a pie.
DAIMYO : Señores feudales al servicio del shogún, cada uno de los cuales es la autoridad o cabeza de un clan o familia.
KENSHI : Corazón de espada. Los nombres japoneses llevan el apellido antes que el nombre.
TAKESHI : Hombre fuerte.
TETSUYA : Inteligente, hombre vigilia.
TE MO ASHI MO DENAI : Lit. "no salir ni la mano ni el pie". Significa no saber qué hacer, no ver ninguna solución a un asunto, encontrarse impotente ante algo.
MUSUKO : Hijo mío, mi hijo.
MONTE HIEI : El Monte Hiei (比叡山, Hiei-zan) está localizado al noreste de Kioto, Japón.
TADAIMA : "Estoy en casa". Expresión de confianza, familiar.
O-KAERI NASAI : "Bienvenido". Expresión que corresponde a "Tadaima", en el mismo sentido.

Nota de la autora:  El dibujo final es el emblema -Kamon-  del clan Hosokawa; me ha sido imposible encontrar el emblema del clan Yamana; del clan Ashikaga he encontrado varios pero no sé cuál es el correcto. Si alguien los encuentra y puede enviarmelos y aclararme esta cuestión, le estaré eternamente agradecida.

Haiku:
Naitô Meisetsu (1847-1926). Traducción de Antonio Cabezas.

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

8 Hablan los Danna:

Xibeliuss dijo...

Precioso momento, la comunicación de padre e hijo. Tremendo, cuando el viejo soldado cae en la cuenta de que la única posibilidad es la guerra. El Shogun ha tomado una decisión: buena o mala, pero indiscutiblemente tarde.
Un abrazo, Carolina

Carolina dijo...

Xibeliuss: los japoneses se "comunican" con sus antepasados de un modo muy espiritual, quién sabe si de la manera que he descrito, producto de mi imaginación, o quizá de una forma más real, pero lo cierto es que existe esa comunicación. Nosotros, los occidentales, hablamos con los muertos pero no los escuchamos. La decisión del shogún es una decisión del tipo "blanco o negro", pero es tarde cuando el país ya ha escogido su propio color. La respuesta, en el capítulo VII.
Un abrazo, amigo.

Arena dijo...

El sábado estuve viendo en la tv la peli de el Último Samurai, que gran película, me ayudó mucho a entender un poco más la importancia que tiene par ellos su cultura. La apreciación de cada segundo que viven y a la hora de tomar desiciones que sabios son.
Hôyô Carolina

Carolina dijo...

Arena, existen muchos detractores de esa película. Yo no soy uno de ellos, a mí me hace llorar tremendamente cada vez que la veo (y ya llevo unas cuantas); suspiro, no por Tom Cruise sino por Ken Watanabe, soberbio en su papel, espíritu claro de lo que es un líder samurái, fiel al emperador pero también a sus principios y a lo que él considera justo. Parte de la banda sonora es la que acompaña a este lugar de relatos.
Hôyô, Arena-san, ai suru.

Belén dijo...

¡¡Guerra!!
A mi también me gusta el último samurai. Su banda sonora también es excelente.
Creo que nosotros somos los únicos que no sabemos comunicarnos con nuestros ancestros, quizás por eso desconozcamos tantas cosas...

Carolina dijo...

Belén, tata, se avecina una gran guerra, no puedo contar nada aún, pero tiempos oscuros están por venir. Y te doy la razón: no sabemos comunicarnos con nuestro pasado, por ello lo desconocemos todo.

Sidel dijo...

Lo cierto es que muchas veces la guerra no la gana quién más poder tiene sino quien cuenta con más imformación.
La primera foto es preciosa me encantaría ir a Japon y conocer un lugar así.
Bueno la guerra es inminente la avaricia de los humanos les hacer ser egoístas y manchar la tierra de rojo sangre...Me voy al siguiente! Genial! besitos

Carolina dijo...

Ay, Sidel, yo daría lo que fuera por ir a Japón, sería un sueño!
Besos de geisha.