O-KAERI NASAI

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miércoles, 12 de enero de 2011

RAN. Capítulo XXXVIII "DAMARU" 黙る. El Sonido del Silencio



Sando naite
Kikoezo narinu
Shika no koe

El ciervo brama
Tres veces, en la lluvia
Después, silencio

Las horas transcurrían lentas y el sol estaba a punto de asomarse en el horizonte. Los hombres no podían dar crédito a lo sucedido. Liberaron a los soldados que permanecían maniatados y Haruki, el comandante, explicó con voz atropellada lo que había sucedido. Takeshi estaba desolado...recordaba los últimos besos de Hanako, su aroma, la última vez que se entregó a él como un huracán que invadió y arrasó su corazón. Las últimas caricias las llevaba clavadas en su pensamiento, porque aún sentía el tacto de seda de su piel. Si no pudiera volver a verla moriría de pena, anclado en su perfume, sin poder despertar del sueño que representaban sus miradas tan prometedoras.
No entendía cómo un nuevo revés le arrebataba a su flor...el señor Uesugi Akisada pagaría por el atrevimiento de quitarle lo que más amaba.
Taro no dejaba de lamentarse. Su preciosa estrella no estaba, no podía ver su brillo y se encontraba perdido sin su luz. Mirase hacia donde mirase todo se hallaba a oscuras, todo...
Nakamura no levantaba la cabeza del suelo. La Rosa de Kyoto, su mujer, se había ido y no podía pensar en la posibilidad de haberla perdido por segunda vez. Ni tan siquiera recordaba si alguna vez le dijo lo mucho que la quería. Su corazón le decía que nunca lo hizo y la tristeza no solo lo hizo prisionero de la angustia, sino también del temor.
Un silencio intenso se apoderó del campamento, dejando a todos los hombres sumidos en oscuros pensamientos, analizado emociones y sentimientos, pensando deprisa una nueva estrategia para combatir a un nuevo enemigo.

Kasumi sonreía. Este nuevo revés para sus adversarios podía ser aprovechado para escapar. Pero debía hacerlo solo. El general Kazahaya se había convertido en un lastre difícil de arrastrar y debía abandonarlo a su suerte. El típico comportamiento de un cobarde, pero ya todo le daba igual; debía salvar su pellejo fuera como fuera, pues apreciaba mucho su cabeza como para permitir que la separaran de su cuerpo. Esperaría la mejor oportunidad que se presentara: los hombres se hallaban en un estado confuso y dolidos en lo más profundo de sus corazones.

A Hanako le dolía todo el cuerpo por la larga cabalgata. Uesugi las condujo a territorio del clan. Vastos campos de arroz se extendían hasta donde la vista podía alcanzar, surcados de pequeñas figuras afanándose en su labor de recolectación antes de que la oscuridad hiciera acto de presencia.
Las mujeres fueron obligadas a descabalgar y conducidas al palacio Uesugi, una estancia maravillosa que sobrecogió a las prisioneras por su grandeza y luminosidad. Las sirvientas aparecieron como si hubieran sido convocadas silenciosamente y les ofrecieron con suaves gestos que las siguieran a través de un gran pasillo adornado con infinidad de figuras que representaban a los Kami, los dioses sintoístas. Las mujeres así lo hicieron y pronto llegaron a una amplia estancia con un jardín interior hermoso, plagado de sakuras en flor y buganvilias, con un pequeño lago en uno de sus rincones donde se bañaban y jugueteaban las mujeres del clan.



Las mujeres se miraron las unas a las otras compartiendo un mismo deseo: poder relajarse en esas aguas tranquilas y asearse debidamente hasta arrancarse el polvo del camino que llevaban acumulado en sus cuerpos. Como si las sirvientas adivinaran sus pensamientos, las invitaron a desnudarse tirando de los obi de sus kimonos, arrastrándolas entre risas a participar en los juegos que se desarrollaban en el lago. Hanako recordó durante unos pocos segundos la pasión compartida con Takeshi en el lago Mizûmi, el tsunami que provocaron sus cuerpos amándose, y se ruborizó al pensar en lo atrevida que había sido; pero no pudo reprimir una sonrisa de satisfacción al pensar en el placer que se dieron el uno al otro, y el amor que se entregaron. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Hoshi y por un repentino salpicón de agua fría que la hizo dejar su ensoñación.

-Vamos, Hanako, ¡el agua está deliciosa!
-Venga, ven ya de una vez,- replicó Bara.
-Ya voy, ya voy, sois una pesadilla, amigas mías. -Hanako se sumergió en el agua y abrió sus manos para enviarles a empujones cascadas de agua que las hicieron cerrar los ojos y apartar las caras.
Las risas se contagiaron entre todas las mujeres y los juegos continuaron durante mucho tiempo.
Hanako se retiró hacia uno de los rincones del lago. No podía dejar de pensar en las horas de amor con Takeshi. Y se sintió tremendamente abatida.


DAMARU  黙る :  Quedarse en silencio, callarse.
SAKURA : Cerezo.
OBI : Cinturón del kimono.

Haiku:
Takahama Kyoshi (1874-1959). Traducción de José María Bermejo.

6 Hablan los Danna:

Nieves Hidalgo dijo...

¡Oléeeeeeeeeeeeeeeee!
Anda, que no te has hecho de rogar, hija mía.
Me encanta que los tres estén hechos polvo recordando a sus mujeres. Y qué frase.....
Si no pudiera volver a verla moriría de pena, anclado en su perfume.
¡Genial!

¿Y ellas? Brujas, divirtiéndose en pelota picada en el agua mientras ellos se consumen de amor...

Hala, venga, sigue currando que quiero máaaaaaaaaaas.

Besos ansiosos de otro capítulo.

Carolina dijo...

Holaaaaa, sí, déjalos que se consuman de amor, a ver si les sale todo el romanticismo que merecen sus mujeres!! Y que ellas disfruten un rato, que bien se lo merecen por aguantarlos!
No había caído en lo bonita que es la frase "...anclado en su perfume..." hasta que me lo has hecho ver. Si es que a veces me salen cosas preciosas y no caigo en ellas hasta que un comentario me lo hace ver. Ya ves que no caigo en la falsa modestia, que cuando acierto, es que acierto, pues claro que sí!
Sigo currandooo, besos con ganas de escribir....

Mián Ros dijo...

Antes de nada, un capón para mí por la larga ausencia, pero ya estoy en activo con la saga RAN, Carolina.
Un capítulo de transición pero con emotivos y reservados sentimientos.
Un fuerte abrazo,
Mián Ros

Carolina dijo...

MiánRos, ¡qué alegríaaaa!
de capón nada, que yo también he estado ausente y muy vaga, sin visitarte a tí ni a nadie, sin escribir. Yo sí merezco una colleja!
No te imaginas lo que me alegra tenerte aquí de nuevo, de veras.
Un beso muy, pero que muy grande, amigo!
Carolina (entusiasmada y con ganas de escribir)...

Nieves Hidalgo dijo...

¡¡¡Que me tienes fritaaaaaaa!!!
¿Para cuándo el siguiente capítulo?
Desde luego, estás vaga, pero vaga, vaga, vaga, vaga.
¡Qué cruz tengo contigo!

Hala, besos, pero conste que no sé si te los mereces por hacernos esperar tanto.

Carolina dijo...

Ya voyyyyyy, que Belén me tiene liada con el relato, la novela, y hasta una sagaaaaa.
Yo sí que tengo una cruz con esta hermana que no para.
Ya me pongo, ya me pongo...
Besos, esperaaa que ya me pongo