O-KAERI NASAI

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viernes, 28 de enero de 2011

RAN. Capítulo XL "GAMAN" 我慢. La Paciencia Perseverante




Hototogisu
Ôtakeyabu o
Moru tsukiyo

Canta el cuclillo:
Un bosque de bambú
Filtra la luna






El viejo sacerdote sonreía y juntaba sus manos como si fuera a recitar una oración. Miró profundamente a los ojos a todos los allí reunidos, uno a uno, transmitiendo una paz y serenidad que los hombres estaban muy lejos de sentir. La lluvia empezó a golpear el viejo tejado del templo, una construcción de mediados del período Muromachi, fuerte y resistente y el sonido se disolvió por los muros buscando un lugar para quedarse, como si fuera un invitado más. La niebla se aproximó a las grandes puertas oliendo al traidor, buscando la forma de protegerlo y darle su amor, intentando ser la madre que nunca fue y que descuidó a su niño permitiendo que lo absorviera la oscuridad. Los lobos aullaron en la distancia presintiendo que una gran verdad iba a ser revelada.
Gaman se acercó a los soldados y susurró unas palabras.

-Perdonad, Sensei, No os hemos oído, -contestó Ashikaga mientras los demás asentían con la cabeza.
El maestro volvió a susurrar.
-Bambú...
Takeshi intervino sorprendido, apenas disimulando una sonrisa.
-¿Podéis repetir, Maestro?
-Bambú... la paciencia, la perseverancia.
Nakamura se mostraba nervioso e irritable. Hacía días que no sabían nada de sus mujeres. Golpeó la mesa con el puño y se levantó ansioso para replicar al viejo.
-Gaman, ¡por todos los Kami! Creíamos que tú nos darías respuestas y nos hablas de... una planta. Por lo que más...
-Nakamura, siéntate, -intervino Taro-. Siéntate y deja que el Maestro se explique.
-Pero es que esto es inaudito. No necesitamos una lección de jardinería.
-¡Que te sientes he dicho!.-Taro conocía desde hacía mucho tiempo al sacerdote como para intuir que precisamente intentaba darles las respuestas que buscaban.-Continúa, Sensei. Te lo suplico.

La lluvia arreciaba en el exterior del templo con un ruido ensordecedor. El trueno decidió acompañarla enviando más sonidos aterradores mientras un calor extraño se expandía en el interior del templo. Gaman se arrodilló en el suelo junto a sus invitados y prosiguió con el relato interrumpido.

-El bambú es una gran planta, sí. No voy a daros lecciones de jardinería aunque podría hacerlo, claro que sí.-Sonrió.-La impaciencia es la que os está volviendo locos y tristes, amigos míos. Me gustaría contaros un cuento.
Los hombres se relajaron y se dispusieron a escuchar lo que el anciano quería transmitirles. Incluso Nakamura se mostró interesado después de las palabras de Taro llamándole la atención.
El sacerdote suspiró profundamente y empezó su relato.

- Los hombres trabajamos las tierras desde tiempos inmemoriales. Utilizamos las semillas para hacer crecer los cultivos y obtener una buena cosecha con la que sobrevivir al hambre, para alimentarnos a nosotros y a nuestros hijos. Podríamos sentarnos y esperar a ver cómo crece la nueva planta, ya lo creo, sí. Existen algunos cultivos que dan fruto enseguida y ello nos llena de satisfacción. ¿Pero y si no es así? No podemos sentarnos y esperar a ver crecer lo que tardará en hacerlo. Debemos tener paciencia como la planta.
    "Eso es lo que le ocurre al bambú. Desde que siembras su semilla hasta que empieza a brotar la planta transcurren siete años, con lo cual crees que has perdido el tiempo y que tu trabajo ha sido en vano. Perseverancia... la planta es tan fuerte y resistente que necesita ese tiempo para elaborar las raíces que la harán crecer y sostenerse. Y no tiene prisa en nacer, no, claro que no, pero cuando lo haga crecerá de una forma extraordinaria.
    "Después de siete años el bambú nacerá y a lo largo de seis semanas alcanzará una altura de treinta metros, suficientes para superar a cualquier otro árbol que pretenda hacerle sombra.
    "Vuestra impaciencia es vuestro fracaso. Deseáis resultados a corto plazo y no comprendéis que debéis esperar a que los acontecimientos se produzcan y desarrollen. Mirad hacia el futuro y observad: las decisiones que toméis dependerán de ello. Y no intentéis forzar los acontecimientos, pues éstos se volverán contra vosotros.
    "Preveo un conflicto muy largo. La guerra no terminará pronto. Ninguno de nosotros veremos su final. Únicamente podéis conseguir que las cosas mejoren y luchar para que la Paz llegue pronto. Vuestra lucha será sólo un grano de arena en el Tiempo. Pero lo que hagáis a partir de este momento contribuirá a hacer crecer las raíces de un entendimiento entre hermanos que pondrá fin a esta disputa.
    "Sed, pues, como el bambú, pacientes y perseverantes. No busquéis el triunfo tan pronto, aún no es posible. Buscad a vuestras mujeres y dadle sosiego a vuestro pueblo. Lo demás vendrá por sí solo, es cuestión de saber esperar..."




El anciano sacerdote suspiró y una sonrisa de satisfacción asomó a sus labios. El mensaje transmitido había calado muy hondo en la mente de los guerreros, lo supo por sus caras de asombro y sus ojos fijos en puntos distantes, sin ver nada, sólo permitiendo que las palabras pronunciadas fueran creciendo en sus corazones como las raíces del bambú. El triunfo, el final, aún tardaría cien años en llegar, pero sólo el sabio Gaman lo sabía. Aquellos hombres necesitaban ayuda porque jamás contemplarían el resultado de la guerra. Sin embargo, su intervención resultaba necesaria. El pesimismo debía ser erradicado con fuerza para que continuaran luchando por un nuevo mundo en paz.


GAMAN  我慢 : Paciencia, resistencia perseverante.
SENSEI  先生 : Maestro, profesor.

Nota de la autora: el cuento del bambú existe en realidad y no es invención mía, únicamente me he tomado la licencia de adaptarlo a la novela. Buscando documentación encontré este relato en una página de "cuentoterapia" administrada desde Chile por Pauly López. Dejo aquí el enlace: "Cuentoterapia... un cuento para el alma". Gracias, Pauly.

Haiku:
Yosa Buson (1715-1783). Traducción de José María Bermejo.

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

8 Hablan los Danna:

Nieves Hidalgo dijo...

¡Qué bonito es el ejemplo que pone el sensei, Carolina. Yo sabía la historia del crecimiento del bambú, pero es que es como para contarla.
¡Cien años de guerra! Aaaagggg.
Espeor que tú resuelvas la novela antes o no voy a poder acabarla, jajaja, que una tiene sus años, criatura.
¡Ay, cómo me ha gustado!
Gracias, preciosa.

Besos de ensoñación por Oriente.

Carolina dijo...

Sí, Nieves, a mí también me pareció bonito y oportuno adaptar el cuento del bambú a la novela.
La verdad es que es cierto. La guerra Ônin duró 100 años y este relato está ambientado al principio de la misma, así que nuestros amigos no verán el final, pero sí habrá un final propio, para ellos y espero que lleno de esperanza, que yo tampoco puedo estarme un siglo escribiendo, jaja!
Besos de geisha y abrazos de samurái!

Mián Ros dijo...

Me gustaron los dos capítulos que llevaba de retraso.
El viejo Gaman; que bien has introducido su sabiduría, el cuento del bambú, sus raíces de esperanza. Te felicito, Carolina.
Un fuerte abrazo.
Mián Ros

Nieves Hidalgo dijo...

Yo no digo nada, pero ESTAMOS A 15 DE FEBRERO, guapa.
A ver si espabilas. Mucho FB, mucho FB, pero no escribes.

Besos mosqueados.

Carolina dijo...

Mián Ros: gracias. Eres el único, junto con Nieves que me pone las pilas, y es que últimamente me cuesta ponerme a escribir. Pero sigo, perseverante como el bambú.
Un beso muy grande!

Carolina dijo...

Aixssss, Nieves!!!
Ya voy, ya voy, ya voy, ya voy...
Besotes... uyyyyyyyy

Nieves Hidalgo dijo...

Estamos a 17.
No te digo más.
Te cantaré eso de... Fumando espero, el capítulo nuevo....

Besos a punto de cabreo.

Carolina dijo...

Yaaaaaaaaaaa Nieveeeees, ya tienes capítulo nuevo!!!
Espero que te guste... un poco de humor viene bien...

Besos de alumna un poco rebelde pero aplicada...