O-KAERI NASAI

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sábado, 12 de junio de 2010

RAN. Capítulo XXV. "DEAI" 出会い. El Encuentro con El Pasado



Fuku tabi ni
Chô no inaoru
Yanagi kana

A cada ráfaga
Se desplaza en el aire
La mariposa


Encuentro lo que no busco
Las ojas del toronjil
Huelen a limón maduro






Los hombres introdujeron a los prisioneros en el interior de La estancia de las Mil Rosas. Un olor denso y profundo, a tabaco y alcohol golpeó sus sentidos. Hanako estornudó con fuerza, intentando expulsar los efluvios que le causaban picor en la garganta y hacían llorar sus ojos. Takeshi la miró preocupado y alzó la vista buscando a la persona a quien no deseaba ver. Bara apareció en lo alto de la escalera que daba paso a las habitaciones. Seguía siendo hermosa pese a los años transcurridos, a pesar del maquillaje espeso que en vano intentaba ocultar las arrugas, pocas, que surcaban la bella cara que hace tiempo atrás amó con locura. Sostuvo su mirada, firme, deseando que en ese instante la tierra se abriera bajo sus pies.
La Rosa aguantó la respiración tras sentir la mirada de Takeshi clavada en ella. Deseaba huir, deseaba que la tierra se la tragara, pero sobre todo, deseaba abrazar al soldado y fundirse en él, sentir sus caricias y sus besos apasionados; una lágrima luchó por abrirse camino en sus ojos, pero Bara no lo permitió. No mostraría jamás sus debilidades ante nadie, y menos ante el samurái. La Rosa miraba al hombre y abanicaba el aire con sus largas pestañas; sus altos pómulos le otorgaban un aire de superioridad y confianza, de mujer de mundo, que Takeshi supo apreciar y admirar. "Lástima, mujer", pensó. "Hubiéramos podido ser felices juntos, ¿por qué?, ¿por qué me abandonaste?". Bara intuyó la pregunta en los ojos de Takeshi y bajó la mirada avergonzada. Abandonó al hombre que amaba por pura ambición, por contraer matrimonio con Yusumi, el hombre de confianza de Hosokawa Matsumoto, para disponer de lujo, tierras y servidumbre. Escogió la vida equivocada a costa de su propia felicidad, sin pensar que su esposo moriría y ella sería expulsada de la casa por la familia Hosokawa.

Algo turbio y extraño percibió Hanako al observar a la altiva mujer en lo alto de las escaleras. Su instinto de mujer la alertó del peligro, la avisó que se encontraba ante una formidable rival, porque lo que la concubina percibió fue amor en su mirada, amor hacia Takeshi. Un nudo en el estómago y una insoportable presión en el corazón acabaron de confirmar sus sospechas. No había duda alguna de que algo hubo entre ellos y seguía habiéndolo, al menos por parte de la mujer; sobre los sentimientos de Takeshi...no sabía que pensar, pues su rostro era una máscara de furia, sorpresa y algo indefinido que no podía averiguar qué era. Irguió el cuello y miró a la mujer. Presentaría batalla por el samurái y daría su vida por él si fuera necesario.




Taro y Hoshi arribaron a La Estancia de las Mil Rosas siguiendo el rastro de Kamikaze. La pareja era prisionera de Kasumi y las cosas no se presentaban halagüeñas, así que Taro tomó una decisión difícil: enviar a Hoshi en busca del general Nakamura, sin tardanza, pues la vida de los jóvenes corría serio peligro. El general acudiría con rapidez, deseaba atrapar al traidor cuanto antes. Se volvió hacia su amada y la miró largamente. Hoshi intuyó que algo quería pedirle, con esos ojos de pato degollado que hacían que no pudiera negarle nada.
-Mi amor, debes ir en busca de Nakamura.
-¿Qué?...¿yo?, pero, ¿te has vuelto loco?. No conozco los caminos, me perderé...definitivamente has perdido la chaveta, viejo general.
Taro reprimía la risa ante la indignación de la Estrella, pero se dirigió a ella con calma:
-Hoshi, debes ir, yo debo quedarme a vigilar por si las cosas se ponen feas. No temas, Kamikaze irá contigo, él sabrá encontrar el camino. Debes hacerlo, amor, por ellos...por mí.
Hoshi suspiró y entrecerró los ojos. Sabía que Taro estaba en lo cierto, que ellos dos solos no podían con la situación. Aspiró fuertemente el aire del valle, sintiendo su frescor, y dijo con voz firme:
-Iré, Taro, por ellos y por tí, pero también por mí. No me perdonaría en la vida si algo malo les sucediera.
Y diciendo esto se alzó de puntillas, agarró con fuerza la nuca del hombre y le plantó un fuerte beso en la boca. Cuando se separó de él, le dijo con firmeza.
-Y pobre de tí que no esperes mi regreso...
Dio media vuelta y subió con dificultades sobre el caballo. El animal giró sobre sí mismo y miró al general, indicándole que la cuidaría. Taro sonrió. Moriría si no volvía a ver a su volcán.

Bara se aproximó a Takeshi y éste olió su perfume, envolviéndole, transportándole a un pasado no muy lejano. La Rosa alzó su mano para tocar su mejilla y Takeshi apartó el rostro, en un signo de desprecio absoluto. Hanako sentía deseos de echarse a llorar pero se contuvo, no iba a darle ese gusto a la maldita mujer. Kasumi extendió sus brazos para saludar a la dueña de la estancia.
-¡Bara!, gracias por tu hospitalidad, es como volver a casa, aunque sin una madre que incordie!
Kazahaya saludó también.
-Sí, aquí las mujeres no parecen ser mi madre!-y rió con un estruendo sonoro que a Bara le molestó profundamente.
Bara miraba con detenimiento a Takeshi y, de pronto, reparó en Hanako.
-Y tú, ¿quién eres?, y aproximó su cara a la de la concubina.
Hanako ni pestañeó, contuvo el aliento y aguantó los deseos de responder que era la mujer del soldado a quién la bruja aquella pretendía toquetear.
Takeshi fue quien levantó su mano y atrapó la de Bara para que no pudiera acariciarlo.
-Ni se te ocurra pensar que todo sigue como antes. Y a la mujer, la dejas en paz.
Hanako se revolvió de tristeza, "a la mujer", no a "mi mujer", que era lo que ella esperaba que dijera, para dejarle clara a la maldita señora de la casa cuál era la situación y el lugar que ella ocupaba. ¿Qué pretendía Takeshi?. Quizás se sentía en la obligación de defenderla, pero dejando una puerta abierta a la posibilidad de que no existiera nada  entre ellos. No podía ser posible, no después de lo ocurrido en el lago Mizûmi. La Flor se sintió por primera vez insegura del amor de Takeshi, ante aquella bella arpía, porque seguro lo era si le hizo tanto daño a Takeshi. Su intuición de mujer se mezcló con dudas y celos y quería desaparecer, olvidar y desaparecer...


DEAI 出会い : Encuentro, reunión.

Haikus:
Matsuo Bashô (1644-1694). Traducción de José María Bermejo.
Antonio Machado (1875-1939).

10 Hablan los Danna:

Xibeliuss dijo...

¡Buf! Mucha, mucha tensión.
Cada vez me gustan más los papeles de Hoshi y Taro.
Un abrazo, Carolina

Carolina dijo...

Xibeliuss, esto no hay quien lo pare. Oye, ahora que lo dices, mientras escribía este capítulo, me di cuenta de la bonita pareja que hacen Taro y Hoshi. A mí también me gustan cada vez más, son geniales.
Un abrazo, samurái.

Arena dijo...

Uy, no me ha gustado nada eso de.. "y a la mujer la dejas en paz". Que instinto mas perceptivo por parte de Hanako,pero deberá comprender y aceptar el pasado de Takeshi. A mi también me están gustando los personajes de Hoshi y Taro.
Un abrazo Carolina

Carolina dijo...

Arena, una cosa es comprender y aceptar, y otra bien diferente que te restreguen ese pasado por las narices y que pretendan convertirlo en presente. Hanako está desolada y creo que, tiene una decisión en mente. No sé, he de "hablar" con ella. Hoshi y Taro son pa comérselos a besos.
Un abrazo, cielo.

Sidel dijo...

Pufff, que situación más complicada, es normal que Hanako dude no sabe nada de la relación que hubo entre Bara y Takeshi y el no ha estado muy acertado diciendo LA MUJER, quizás lo ha hecho para protegerla, sino la trata como su mujer, quizás la otra no sea tan malvada, pero lo que esta claro es que esta Bara perdió su amor por ambición y una mujer así es capaz de cualquier cosa por conseguir sus objetivos, sería la perfecta compañera del despreciable Kasumi, jajaja, si es que estoy deseando saber más!!! Besitos.

Carolina dijo...

Sidel, es un buen punto de vista pero es que Bara es mucha Rosa para un solo jardinero...no me gusta Kasumi. ¿Y si le busco otro maromo como dice Nieves?
Besitos de maiko.

Nieves Hidalgo dijo...

Sabía yo que iba a traer cola.
Ahora resulta que Bara le dejó plantado por los lujos. Y claro, él se la tiene guardada.
Pero no me ha gustado nada eso de: "a la mujer". Me suena a cabezón de las altas torres (traduce si quieres por Miguel), Hanako tiene razones para enfadarse porque debería haber dicho SU MUJER.
Jopé, estos hombres no tienen remedio, sean europeos, japoneses o zulúes.
A ver si llega pornto el general y la dueña del tugurio desaparece, porque veo a Hanako con ganas de tirarla de los pelos.

Besos

Carolina dijo...

Nieves, que mira que me río con tus ocurrencias. Creo que Takeshi se parece mucho a Miguel de Torres, y es que tienes razón. Sean europeos, japoneses, esquimales o de la Patagonia (por abarcar aún más este ancho mundo), están todos cortados por el mismo patrón. Hanako está que trina, vamos a ver si llega el general y se arreglan las cosas.
Besos, míos y de Hanako.

Mián Ros dijo...

No sé si estaremos todos cortados por el mismo patrón o no pero yo también hubiera actuado así, quizá la razón sea porque no quiera declarar abiertamente su relación, por miedo a que se cebe con ella; creo que ha sido muy astuto en su cautela, y de paso mantiene más despierto el interés de Hanako. O quizá tenga una carta guardada que no conozcamos.

La historia sigue su curso y parece mantener el grado atrayente que precisa la novela. Te doy mi enhorabuena.

Un fuerte abrazo, querida amiga.
Mián Ros

Carolina dijo...

No, Mián Ros, no estáis todos cortados por el mismo patrón y debo disculparme, que existen hombres magníficos y es peligroso generalizar, no debo hacerlo, aunque esto es tan solo una novela que va surgiendo poco a poco.
Creo que, como bien dices, quizás nuestro protagonista tenga una carta guardada...quién sabe.
Abrazos, amigo!!